Por nuestra experiencia podemos asegurar que muchas empresas que acaban liquidándose, podrían haber sido viables si se hubiesen tomado decisiones bien razonadas, en su momento preciso.
Es importante remarcar que los administradores de la sociedad deberían ir lo más acompañados posibles cuando se empiezan a vislumbrar dificultades, y no cuando la magnitud del problema es irreconducible, porque es cuando todavía hay posibilidad de maniobra cuando se deben tomar las medidas encaminadas a preparar la empresa para que un concurso de acreedores maximice la probabilidad de salir de la situación de insolvencia.
La toma tardía de decisiones es uno de los factores fundamentales que las empresas deben evitar, para aprovechar las herramientas legales que propician salvar situaciones de dificultad.